El terremoto de Lorca

No son menores los efectos del se smo registrado el pasado mi rcoles en la regi n de Murcia: dej nueve v ctimas mortales y cerca de 300 heridos en la localidad de Lorca. Aestas p rdidas humanas se suman los da os materiales, tambi n cuantiosos. La web del Ayuntamiento de esta localidad informaba ayer de que el 75% de los 4.100 edificios revisados hasta la fecha est n en buenas condiciones y son habitables. Lo cual equivale a se alar que el 25% restante ni lo est n ni lo son. De hecho, 7.500 personas han quedado sin vivienda. Este balance invita a la reflexi n. Tendemos a pensar que cat strofes como la de Lorca s lo ocurren lejos de aqu . En Jap n, por ejemplo, donde el terremoto del pasado 11 de marzo, el tsunami y los accidentes nucleares han dejado un terrible rastro de muerte y destrucci n. Pero, a menor escala, el se smo con epicentro al nordeste de Lorca ha causado tambi n destrozos. La reflexi n, en primer lugar, deber a referirse a los niveles de seguridad que presenta la construcci n en aquella regi n. Entra dentro de lo comprensible que algunos edificios hist ricos, emblemas de la poblaci n, se hayan visto afectados: como el castillo medieval que corona la ciudad, desmochado y resquebrajado a causa del temblor, o la iglesia de Santiago, cuyo crucero se desplom . Pero quiz s sea algo menos comprensible que edificios de construcci n mucho m s reciente hayan sufrido desprendimientos de cornisas, balcones y ornamentos, que ocasionaron v ctimas mortales. Lorca, como bien saben los sism logos, est sobre la falla que va de Murcia a Puerto Lumbreras. Algo falla, pues, en una zona de acreditado riesgo s smico cuando edificaciones modernas no son lo bastante seguras y se convierten en una trampa mortal.



Aun en las peores circunstancias, a veces se dan notas positivas. En este caso, nos las proporcionan una reacci n oficial a la cat strofe, que ha sido r pida y, en l neas generales, bien coordinada. Nadie podr devolver los seres queridos a quienes los han perdido en este desastre. Pero reconforta, siquiera parcialmente, comprobar que los servicios de auxilio y rescate se han comportado con diligencia y profesionalidad. Tambi n es digna de aplauso la colaboraci n ofrecida por instituciones y administraciones de distintas comunidades, con el nimo de paliar en la medida de lo posible los estragos de la cat strofe. Y, por supuesto, es de desear que esa solidaridad se mantenga mientras sea necesario, y que el compromiso con los lorquinos no se desvanezca cuando otras noticias los desplacen de las primeras p ginas de los diarios.
 

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